Diario de Emilio (26 de marzo)
Sé que me tengo que resignar a ver al hijo de los dioses
de lejos pero me gusta mucho y me duele que no esté en mi vida. Me produce mucha ansiedad así que no quiero
pensar pero bueno me gusta tenerlo controlado, saber que almenos verlo lo puedo
verlo cuando quiera. Tengo el corazón
herido por él. No sé, tal vez si me sobrara el dinero podría tirarlo pero no
tiene sentido. No quiero volver a caer en la trampa pero es que lo tengo tan
dentro. Ayer pasé por si lo veía. Vibré. Llevaba pantalones cortos y estaba
solo en la barra, por la parte de fuera. Me he tenido que sujetar para no ir.
No tiene sentido que me gaste dinero para que me salga con alguna imbecilidad
de las suyas. Me he gastado bastante y
sólo he logrado que se comporte como un capullo. Esto no lo debo olvidar,
disfruto más de él sin pagar. No se merece que me gaste ni un céntimo por él
pero puedo frustrarme una vez pero no más. Sé que acabaré volviendo y es que
estoy enamorado de mi chico del bar. Me digo una y mil veces que no debo
volver, que no tiene sentido que me gaste dinero para que me trate mal. Verlo
me crea ansiedad, me hace daño no tenerlo pero es que me gusta mucho. Olvido
fácilmente que es un capullo y que no tengo que volver pero a la vez me muero
de ganas. Me hace sufrir que me trate frío pero igual sé que esto no dudará
mucho, que es sólo un trabajo temporal.
No puedo dejar de verlo porque me gusta mucho. Estoy enamorado y no
quiero renunciar a verlo. No sé cuando dejaré de verlo. Por un lado siento
rabia por no haber ido pero por el otro pienso que si hubiera ido estaría
cabreado por algo que me habría hecho. De hecho gozo más de él cuando lo vea de
lejos y no tengo por qué dar explicaciones. La calle es de todos. No se merece
que me preocupe por él. Me sabía mal molestarlo y ya no lo espiaba como antes
pero hoy he decidido que estaré al pendiente de él como siempre y si le molesta
pues es su problema. Si me atendiera bien no me dedicaría a espiarlo pero no me
queda de otra.”
Diario de Emilio (27 de marzo)
Ayer a las 20,30
él está en la barra. Tengo escalofríos. Hacía unos días que ya no estaba
pensando en él, quería creer que era pasado pero es más presente que nunca. Va
vestido informal, habla con una chica. Yo creía que es una camarera pero debe ser la
golfa que se lo tira. Él se va con esa chica. Va saliendo saludando a todo el
mundo. Mueve la mano muy simpático y sin decir nada. Me gusta ver cómo se
comporta. Claro me gustaría más estar cerca de él pero algo es algo. Se va
tomado de la mano de esa golfa. Se va muy poco a poco. Lástima que sea de noche.
Me gusta su culo cuando camina. Se le ve aplastado, muchas arrugas. Me pone
cachondo. Va informal, sin bolsa. ¿no debe haber trabajado? A lo mejor ya no
trabaja tanto. No puedo perder el tiempo. Es algo temporal y en cualquier
momento puedo dejar de verlo. Me gusta mucho, sin duda este guapo se me ha
metido dentro como nunca nadie lo hizo. Se acerca a otro chico, muy guapo. La presenta, la está luciendo como si le importara mucho lo que piensa ese otro chico.
Diario de Emilio (28 de marzo)
El chico de las cervezas es un hijo de puta y un cabrón.
Me gusta mucho. Últimamente estaba pensando demasiado en él, por eso va bien
que vuelva a salir escarmentado. No me sabe mal haber ido porque me he vuelto a
desenganchar. Eran los dos, yo iba a casa. A él se le está acumulando
el trabajo. Yo voy esperando para entrar y cuando voy a entrar él se mete
dentro y entonces espero. No confiaba que retrocediera por mi. Entonces me he
cortado porque él se ha girado y me ha mirado, supongo que por si entraba. Si
sabía que yo entraba ¿porqué se ha ido? Supongo que por eso. Como me he parado pues no me he atrevido a
entrar, no he confiado en que él me atendiera. No sabía qué hacer, no quería
frustrarme quedarme con las ganas de ir. Me espero. Salen él y el chico feo de
fuera. Se quedan hablando en la puerta. Entonces decido ir y en ese momento me
detiene un mendigo para pedirme dinero y no hay manera de sacármelo de encima.
De reojo los veía a él y al otro. Me daba la impresión que se estaba riendo
de mí. Me ha parecido que era demasiado descarado ir pero yo puedo hacer lo que
se me pegue la gana, yo soy un cliente y él es el camarero. Ha estado muy
fuerte, yo yendo y mi chico guapo entrando en el almacén. Me he tenido que
esperar(ya que el otro chico estaba con un cliente) porque a mi guapo (Joaquín oí un día que le decían) no le ha
dado la gana atenderme. ¡Es que esto es para poner una reclamación. Ha sido
demasiado descarado. Es un cabrón. No sé
porque he vuelto a caer. A él le hubiera pedido un batido que es más caro y da
más trabajo pero al otro le he pedido una cerveza. Por la sonrisa de
complicidad del feo he visto que él salía ¡Es que se ríen en mi cara¡ No
debería volver pero no sé si pueda. Él pasa por detrás mío pero yo estoy
demasiado tenso como para mirar. Se queda en la puerta y yo me conformo, pasaré
por su lado y lo saludaré pero justo cuando yo estaba acabando mi cerveza pasa
de nuevo por detrás de mí y entra en el almacén. Se ha pasado, no merezco este
trato y él no merece que gaste dinero por él.” *************
Javier llega a su auto desnudo.
Es la cuarta vez que se acuesta con Abraham y no ha logrado nada de él. Lo que
más le preocupa es que no puede quedarse toda la vida en ese lugar. Javier
llega a su auto con una sonrisa. Decide conectar su móvil. Tiene algunas
llamadas de su padre y le sorprende porque nunca lo llama. Le devuelve la
llamada. Tomás no le deja hablar a él.
--¿¿dónde estabas hijo? ¡vuelve¡
Javier contesta a su padre con reproche porque no le gusta que le reclamen:
--¡¡qué te importa¡
--¡no seas grosero hijo…¡ ¡¡Eres mi heredero… dependo de ti… espero que no te vayas y pronto me des una alegría…muchos nietos¡
Sonríe Javier pensando en Abraham. Ese hombre le ha hechizado.
--a que viene eso ahora…?
Javier no entiende la angustia de su padre.
--Es que he oído rumores que…
Javier se preocupa un poco. Sabe que le tendrá que contar a su padre que es gay pero no le apetece que lo cuestionen.
--Luego hablamos de lo que quieras. No ahora.
Javier está demasiado feliz como para discutir con su padre. No quisiera volver, abandonar el lugar donde tan bien está.
--¿¿dónde estabas hijo? ¡vuelve¡
Javier contesta a su padre con reproche porque no le gusta que le reclamen:
--¡¡qué te importa¡
--¡no seas grosero hijo…¡ ¡¡Eres mi heredero… dependo de ti… espero que no te vayas y pronto me des una alegría…muchos nietos¡
Sonríe Javier pensando en Abraham. Ese hombre le ha hechizado.
--a que viene eso ahora…?
Javier no entiende la angustia de su padre.
--Es que he oído rumores que…
Javier se preocupa un poco. Sabe que le tendrá que contar a su padre que es gay pero no le apetece que lo cuestionen.
--Luego hablamos de lo que quieras. No ahora.
Javier está demasiado feliz como para discutir con su padre. No quisiera volver, abandonar el lugar donde tan bien está.
Teresa se siente igual. Todo ha
sucedido tan rápido. Se ha casado con el hombre que conoció días atrás y lo
convenció de pasar unos días solos. Su luna de miel ha acabado. Ella hace su
maleta con tristeza. Julio la tiene hecha del día anterior. Tiene que hacer un
gran esfuerzo para ocultar su alegría. Tiene ganas de comenzar a trabajar, de
no tener a Teresa todo el día encima. Teresa cierra su maleta y siente un vacío
dentro.
--ojalá pudiéramos quedarnos para siempre.
Julio fuerza una sonrisa y piensa:
--menos mal que no podemos.
Teresa lo abraza:
--¿no te da pena tener que irnos? Hemos sido tan felices.
--bueno pero vamos a estar juntos igual.
Julio quisiera que ella le dijera que no, pero Teresa le dice:
--¡por supuesto ni creas que no voy a permitir que me cumplas¡ ¡mínimo uno diario¡
Julio la mira perplejo:
--¡¿diario?¡
Ella le pellizca la nalgas.
--¡sí y la excusa que estés cansado no me vale¡
--¡pero voy a tener que trabajar duro¡
--pues lo hago yo todo.
Por muchos días que pasa, a Teresa no se le pasa el capricho como confiaba Julio, cada vez está más enganchada.
--Ya año más largo el que me espera –dice él para sí.
--ojalá pudiéramos quedarnos para siempre.
Julio fuerza una sonrisa y piensa:
--menos mal que no podemos.
Teresa lo abraza:
--¿no te da pena tener que irnos? Hemos sido tan felices.
--bueno pero vamos a estar juntos igual.
Julio quisiera que ella le dijera que no, pero Teresa le dice:
--¡por supuesto ni creas que no voy a permitir que me cumplas¡ ¡mínimo uno diario¡
Julio la mira perplejo:
--¡¿diario?¡
Ella le pellizca la nalgas.
--¡sí y la excusa que estés cansado no me vale¡
--¡pero voy a tener que trabajar duro¡
--pues lo hago yo todo.
Por muchos días que pasa, a Teresa no se le pasa el capricho como confiaba Julio, cada vez está más enganchada.
--Ya año más largo el que me espera –dice él para sí.
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